viernes, 1 de junio de 2007

PARA QUE YO ME LLAME ÁNGEL GONZÁLEZ...



Para mí, aunque esto es muy subjetivo, Ángel González es el mejor poeta vivo.

La vasta obra poética de este asturiano ya ha sido reconocida con multitud de galardones (Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1985), y en 1991 el Premio Internacional Salerno de Poesía (1991), elegido miembro de la Real Academia de la Lengua Española (1996), Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1996), Premio Julián Besteiro de las Artes y las Letras (2001), primer ganador en el año 2004 del Premio de Poesía Ciudad de Granada-Federico García Lorca) pero, como ya dije alguna vez, seguramente habrá que esperar a que muera para que la gente hable más de él. Es lo que tiene esta tierra maldita. Cosas de España.

El poema que os dejo a continuación puede que no sea el mejor, pero tiene para mi un singular recuerdo en tanto en cuanto, si cierro los ojos, aún me parece escuchar su áspera y profunda voz recitándolo junto a Pedro Guerra en el Teatro Isabel la Católica de Granada.



El Trovador Errante



ESPERANZA

Esperanza,
araña negra del atardecer.
Te paras
no lejos de mi cuerpo
abandonado, andas
en torno a mí,
tejiendo, rápida,
inconsistentes hilos invisibles,
te acercas, obstinada,
y me acaricias casi con tu sombra

pesada
y leve a un tiempo.

Agazapada
bajo las piedras y las horas,
esperaste, paciente, la llegada
de esta tarde
en la que nada
es ya posible...

Mi corazón:
tu nido.
Muerde en él, esperanza.

1 comentario:

Héctor Eliel dijo...

Me en-can-ta Ángel González.
Pero en cuanto a lo del mejor... yo qué sé, ¡hay tantos poetas y tantos criterios! Mira, aquí te dejo un poema del ínclito Antonio Carvajal. Se llama "San Miguel", y fue publicado en su primer libro "Tigres en el Jardín", cuando tenía veintipocos años. Vaya peazo de soneto en alejandrinos.

Tu espada de dos filos, amor, tiene una mella,/
y si come la carne, deja completo el hueso./
Por más que coma en llanto, por más que coma en beso,/
el esqueleto intacto no padece tu huella./

Fosforece en la noche, gusano, espejo, estrella,/
costilla, fémur, radio, tímpano, siempre ileso,/
y el hierro de tu espada, avaricioso y preso,/
llora y besa sin pausa por la mejilla bella./

Tu boca de dos labios, arcángel luminoso,/
me sacude en mí mismo, los huesos me distiende,/
me rinde desmayado de luz mientras me fresa./

Puede más tu espada de filo caprichoso,/
y me hiende la boca, y la carne me hiende,/
y el hueso con un beso me hiende y atraviesa./


Se me ponen los pelos como escarpias... ¡"me fresa"! A mí si que me fresa el poema este. (Por cierto, le puse músiquilla)