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lunes, 3 de septiembre de 2007

"SI TUVIERA RESPUESTAS PARA TODO ESTARÍA ENSEÑANDO TEOLOGÍA EN PARÍS"

Si en el ámbito cinematográfico es “El Padrino” quien cierra la puerta al cine clásico para abrírsela al moderno, quedándose dicha película justo debajo del quicio, en literatura, la obra moderna que combina magistralmente un clásico con el tirón del bestseller, la novela histórica, la trama policíaca y una impecable narrativa, es, a mi humilde entender, “El Nombre de la Rosa”. Yo no seré un gran sabio de la narrativa moderna, los estilos y demás. Pero como lector no tengo por qué estar debajo de nadie. Rara vez he visto una aleación tan perfecta entre la Filosofía, la Historia, el Arte, una trama que desborda la imaginación y una narración sin tacha. A pesar de los incontables intentos posteriores por conseguir una mezcolanza similar, nadie, creo poder afirmarlo, ha podido lograrlo. Todas las imitaciones que han venido después se han quedado en agua de bestseller de verano. Muy agradables de leer en ciertas ocasiones, todo sea dicho, pero que, irremediablemente, caerán en la cuna del olvido.

Es un libro que merece la pena ser leído varias veces para ir captando nuevos matices. Nada en este libro es único. Siempre hay varios caminos dónde cada cual puede marcar sus acentos. ¿Qué pesa más?... ¿el Arte, la Historia o la Filosofía?... ¿cuál es la trama principal?... ¿los crímenes de la abadía o las luchas intestinas dentro de una Iglesia cuyos conciliábulos políticos alcanzan al mismísimo trono del Emperador?... ¿cuál es el hilo conductor?... ¿la vida de Adso de Melk o la imagen de una vida monástica en decadencia?... ¿dominicos o franciscanos?... ¿ciencia o fe?... por supuesto, no hay que elegir, yo me quedo con todo.

No hablaré de los personajes porque entonces el campo para la exposición y el debate se tornaría infinito. En cualquier caso, valga apuntar que el hecho de que muchos de los protagonistas de la obra sean históricos (Michelle da Cesenna, Ubertino da Casale, el propio Guillermo de Baskerville - inspirado en Guillermo de Occam - …) hace que el recorrido entre la realidad y la ficción se vuelva mucho más fascinante.

Podría recomendaros capítulos, pasajes, frases… es, sencillamente una obra perfecta, de principio a fin. Irrepetible.

El Trovador Errante

domingo, 17 de junio de 2007

Y USTED... ¿CON QUÉ POIROT SE QUEDA?

PETER USTINOV

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DAVID SUCHET



ALBERT FINNEY

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Una noche, de hace ya muchos años, pusieron en la televisión Muerte en el Nilo (basada en la novela Poirot en Egipto). Me enganché y me enganché con la trama. Mientras estaba tragándome la peli sin pestañear apareció mi madre y dijo: - Anda, ¿no es ese monsieur Poirot?... me quedé mirándola asombrado - ¿Cómo no me habías hablado antes de este hombre? - le dije . No sabía, por aquel entonces, que estaba ante quien iba a ser uno de mis iconos y personajes favoritos y más queridos de ficción. Al día siguiente caminábamos rumbo a la Librería Urbano (que en paz descanse) para comprarme mi primer libro de Agatha Christie. Yo tan sólo contaba con diez años.
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Ahora, después de casi 20 años, habiéndome leído casi toda la obra de Agatha Christie y dándome cuenta de que no todas las novelas de esta autora tienen la misma valía (pues las hay buenas, flojas y muy flojas), me doy cuenta de que fue un golpe de suerte elegir aquel día la mejor. Pasaron por mi mano Cianuro espumoso, Un cadáver en la biblioteca, Un triste ciprés y otras tantas. Después de un buen rato barajando libros con mi madre, me dio la opción de elegir entre Navidades trágicas y El asesinato de Rogelio Ackroyd. Yo no sabía qué hacer. Lo que si tenía claro es que deseaba que el protagonista fuera monsieur Hércules Poirot. Entonces, como un hado del destino, casi al final de la estantería, leí: Asesinato en el Orient Express. En la portada, junto al citado ferrocarril aparecía una imagen de un intrigante Albert Finney encarnando a monsieur Poirot. Aquella imagen me decidió y, a la larga, he sido consciente de la gran suerte que tuve al elegir, en aquel momento y sin criterio alguno, la mejor novela de Agatha Christie.
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Lo malo de esto es que todos los libros de Agatha Christie que leí posteriormente me parecieron más flojos. Sálvense (más o menos al mismo nivel que Asesinato en el Orient Express) Diez Negritos, El asesinato de Rogelio Ackroyd y alguno que otro más. En cualquier caso acogí a la autora con cariño y fui devorando poco a poco casi toda su obra.
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Miss Marple nunca me acabó de entrar bien. Siempre he preferido al gran detective belga monsieur Hércules Poirot. Atiplado, un perfecto dandy, bajito, cabeza de huevo. Y si hay algo más famoso que sus renombradas células grises es sin duda ese perfecto bigote encerado de puntas retorcidas. Podrá decirse que es su tarjeta de visita.
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Muchos actores han interpretado a monsieur Poirot a lo largo de la historia del cine y la televisión. A mi parecer, David Suchet (protagonista de la célebre serie Hércules Poirot así como de otras tantas películas entre las que, a mi gusto, destaca El misterioso caso de Styles, primera novela de la autora) es el que más se parecería físicamente y en las formas al Poirot original. Peter Ustinov (Muerte en el Nilo, Maldad bajo el Sol... ) es un grandísimo actor (jamás olvidaré su interpretación de Nerón en Quo Vadis) pero, a mi humilde entender, es quizá el que peor encarna el personaje físicamente. Tampoco en las maneras me convence. Demasiado orgulloso quizá para un detective que, como nota general, podría decirse que es humilde a lo largo de la trama y que, únicamente al final, da muestras de saberse y creerse el más inteligente. En cualquier caso, yo me quedo, sin duda alguna, y a pesar de la gran caracterización de David Suchet y la profesionalidad de Ustinov, con la única interpretación que de este personaje realizó Albert Finney en la gran película Asesinato en el Orient Express. Esta genial y perfecta encarnación del personaje en lo físico y en lo personal se eleva, todavía más si cabe, teniendo en cuenta el extraordinario elenco de actores que participaron en la obra (Sean Conery, Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Jacqueline Bisset y Anthony Perkins entre otros). Un Albert Finney que no se amilana ante las sublimes interpretaciones del resto de estrellas que conforman el reparto y que eleva de tal manera el nivel que consigue hacer de la suya el centro en torno al cual bailan todas las demás. Soberbio. Perfecto.
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Y usted... ¿con qué Poirot se queda?
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El Trovador Errante

sábado, 16 de junio de 2007

PON UN ANILLO EN TU VIDA

Para qué sirve un rincón del coleccionismo si no es para enseñarlo... pues ahí va. Una visión general de mi humilde colección de El Señor de los Anillos, dentro de la cual, y sin contar los libros en varias ediciones, los de ilustración, las figuras en miniatura, los deuvedés con las versiones extendidas y alguna cosilla más, destacan los siguientes elementos:


- El Libro Rojo de la Frontera del Oeste.

- Andúril, Llama del Oeste, espada de Aragorn, que originariamente, antes de ser forjada de nuevo, fue Narsil, espada de Elendil, que cortó la mano de Sauron.

- Hadhafang, u Hoja de Multitudes, espada de Arwen, que fue de su padre Elrond en la Batalla de Dagorlad y que, se dice, pudo pertenecer a la Princesa Idril de Gondolín, madre de Eärendil, el Marino, padre del propio Elrond.

- Dardo, espada élfica de Bilbo, que luego fue de Frodo.

- Vara de Saruman.

- Colgante de Arwen, Estrella de la Tarde.

- Diadema de Arwen, que fue usada en la ceremonia de coronación del Rey Elessar.

- Yelmo de Guerra del Rey Brujo de Angmar, jefe de los Nazgûl.

- Busto y estatua de Arwen.

- Estatua de Sauron, el Señor Oscuro, el Señor de los Anillos.

El Trovador Errante

viernes, 15 de junio de 2007

LA COMUNIDAD DEL ANILLO: EL PUENTE DE KHAZAD-DÛM

Muchas veces he pensado que me encantaría borrar de mi memoria ciertos libros para tener la oportunidad de volver a leerlos y que me sorprendan con la misma fuerza con que lo hicieron la primera vez. Poco a poco iré exponiendo aquí algunos pasajes de los que más venero. Éste, en concreto, perteneciente a La Comunidad del Anillo, fue para mí desgarrador. La más alta tensión ante el denso, prolongado y artificial silencio de la infinita jornada a través de las minas de Moria. La encerrona, el enfrentamiento y la posterior huída en la Cámara de Mazarbul. Y, como colofón, el pasaje donde la emoción, el miedo, la angustia, la nobleza, el heroísmo, la incertidumbre y la clásica lucha de contrarios alcanzan su máximo apogeo: El enfrentamiento entre Gandalf y el Balrog de Moria en el Puente de Khazad Dûm. Las lágrimas como puños. Los pelos como escarpias. Inmejorable. Inolvidable. Irrepetible.
El Trovador Errante
"¡No puedes pasar! - dijo. Los orcos permanecieron inmóviles, y un silencio de muerte cayó alrededor - ¡Soy un servidor del Fuego Secreto, que es dueño de la llama de Anor! ¡No puedes pasar! ¡El fuego oscuro no te servirá de nada, llama de Udún! ¡Vuelve a la sombra! ¡No puedes pasar!"

J. R. R. Tolkien