sábado, 26 de mayo de 2007

SE PEDIRÁ CUENTA...

No pretendo demostrar nada. Ni tan siquiera crear polémica. Únicamente poner de manifiesto algunos datos objetivos, no suposiciones, que plantean ciertos interrogantes aún no aclarados por la Iglesia Católica respecto a la muerte de Albino Luciani, también conocido como Juan Pablo I. Interrogantes que hubiesen precisado y merecido, como mínimo, una breve investigación incoada por la Iglesia con el fin de transmitir una imagen de transparencia, prudencia, sentido común y, por qué no, justicia.

Mientras tanto, y con los datos que hay, la sombra de la duda seguirá planeando sobre las cabezas de muchos fieles.

La enumeración que paso a exponer a continuación la he extraído y sintetizado del libro “Se pedirá cuenta” de Jesús López Sáez.

Es preciso observar que todo lo que antecede no es algo que exista únicamente en la fantasía de su autor; se trata de hechos que pueden ser comprobados y confirmados por testigos válidos ante cualquier tribunal.

Vamos a ignorar deliberadamente el hecho de que este sacerdote fue presionado para que su libro no saliera demasiado a la luz pública y pasaré simplemente a elaborar una breve síntesis (cuya fuente original es la citada obra) de datos que andan muy lejos de las caprichosas y típicas teorías conspirativas. Para mayor profundización y verificación de la fiabilidad de las fuentes, os remito a dicho libro.

1) Cuando se constató el hecho de la muerte de Pablo VI bastaron tres minutos para que el mundo tuviera noticia del acontecimiento. Respecto a la muerte de Juan Pablo I el primer comunicado oficial se realizó tres horas después de confirmar su muerte. El Secretario de Estado, Cardenal Villot, impuso un voto de silencio sobre las circunstancias en que fue hallado.

2) La Santa Sede acompañó el anuncio de la muerte de Pablo VI de un detallado informe médico. Por el contrario, a la muerte de Juan Pablo I, sólo un breve comunicado oficial informaba de la hora y la causa de la muerte.

3) El Sacro Colegio no ordenó la autopsia porque la consideraba superflua, no habiendo duda alguna sobre las causas naturales de la muerte del Papa Luciani. Por el contrario, diversos especialistas indicaron que es clínicamente imposible explicar la causa de la muerte por infarto de miocardio agudo (y además, instantáneo) sin la realización de la autopsia. Por otro lado, la forma en que se encuentra el cadáver (recostado en la cama en posición de lectura y sin signos de violencia) no responde médicamente al cuadro típico del infarto: no ha habido lucha con la muerte.

4) No existe sintomatología en Luciani que delate el infarto de miocardio ni factores de riesgo como son la hipertensión, tabaquismo, obesidad, gran arteriosclerosis, comidas copiosas… Al contrario de lo que se ha difundido, Albino Luciani, gozaba de muy buena salud. Entre múltiples testimonios destaca el de quien fue su médico durante los diez años anteriores a su muerte. Por otro lado, su baja presión sanguínea le debía mantener, al menos en teoría, alejado de cualquier posible ataque cardiovascular.

5) Lo corriente para el embalsamamiento del Papa, es que se le extraigan los órganos y, por consiguiente, sería fácil el acceso a muestras de sangre (ciertamente, una pequeña cantidad de sangre hubiera bastado para que un perito forense pudiera establecer la presencia de cualquier sustancia venenosa). En este caso y de modo anómalo se utilizó para su embalsamamiento un procedimiento consistente en inyectar al cuerpo sustancias químicas.

6) Luciani sabía que, por lo menos desde 1972, existía un grave error en el planteamiento general de las finanzas vaticanas (evasión de impuestos, movimiento ilegal de acciones...). La reacción de Luciani no se hizo esperar. El sábado, 27 de agosto, mientras cenaba con el cardenal Villot (Secretario de Estado) Luciani le instruyó para que iniciara de inmediato una revisión de todas las actividades vaticanas, especialmente del Instituto per le Opere di Religione, el IOR, conocido generalmente como el Banco del Vaticano.

7) El Vaticano se había convertido en una especie de paraíso fiscal, que fue pronto descubierto y explotado por financieros y especuladores que, al amparo de la poderosa logia Propaganda Dos (P2), dentro de la cual se encontraban miembros de la Iglesia, habían de protagonizar un fraude fiscal a gran escala. A comienzos de los años setenta, las fugas ilegales de divisas eran ya tan masivas que habían empezado a provocar graves problemas en la economía italiana.

8) Luciani estaba decidido a imponer su autoridad, como había anunciado el 23 de septiembre en San Juan de Letrán. En la tarde del 28 le comunica a Villot que los responsables financieros y sus colaboradores serían inmediatamente destituidos.

9) Se dice que el Papa murió leyendo la “Imitación de Cristo” y que los folios que había entre sus dedos eran apuntes de una homilía que tenía preparada para el día siguiente.
Varios testigos notables (cuya identidad aparece en el citado libro) confirman no sólo que los folios que sujetaba el Papa Luciani eran notas sobre la conversación de más de dos horas que la tarde anterior había tenido con el Secretario de Estado respecto a la remoción de varios cargos (que incluían al propio Villot) sino que además fue éste mismo quien se apoderó en ese momento de dichos documentos, los cuales jamás salieron a la luz pública. De su estudio desapareció, igualmente, su testamento.

10) Tras la muerte de Albino Luciani, sorprende la serie de asesinatos y atentados violentos con fines intimidatorios, que se han perpetrado para enmascarar la práctica habitual del saqueo a gran escala.

En todo este asunto está en juego la figura de Juan Pablo I que es preciso recuperar. Juan Pablo I no es sólo el Papa de la sonrisa. Esto es periodismo superficial. Algo singular debió ocurrir en la capilla Sixtina cuando fue elegido el 26 de agosto de 1978. Se ha hablado de milagro moral, elección carismática, clara acción del Espíritu… pero yo me remito a los hechos: al día siguiente, en su primer mensaje al mundo, había de anunciar un nuevo programa al servicio de una total renovación eclesial continuando el rumbo marcado con tanta aceptación por Juan XXIII. Para ello, quería continuar la aplicación del Concilio Vaticano II, recordar que la Iglesia es Comunidad y no Estado, tener muy presente que la evangelización sigue siendo su deber principal, proseguir con paciencia y firmeza el diálogo sereno y constructivo y alentar todas las iniciativas que puedan tutelar e incrementar la paz y, sobre todo y principalmente, el acercamiento y la ayuda a los más desfavorecidos.

Igual cada uno de estos datos, por separado, no demuestran nada relevante pero cierto es que analizados en su conjunto forman un engranaje, como mínimo, bastante inquietante.

Que cada cual piense lo que quiera. Yo me limito a recordar la cita de Lucas en el capítulo 11: “A cada generación se le pedirá cuenta por la sangre de sus profetas”.


El Trovador Errante






4 comentarios:

Anónimo dijo...

Como poco, interesantísimo lo que cuentas. Gracias por compartir tus lecturas. Ahora mismo estoy con un manojillo de libros de los que me gustaría hacer alguna referencia más adelante.
Este blog, promete, sin duda.
¿Me dejas que hable de él por ahí?
Un abrazo, primor. (Ya mismo está por aquí)

El Trovador Errante dijo...

Claro que te dejo guapa. Además, me gustaría que este articulo en concreto se lo comentaras a Miguel Ángel, que también es un tío formado, a ver qué piensa de todo esto. Mil besos!

Anónimo dijo...

Pero no me habías vendido que esto iba a ser una feroz crítica a Paulo Coelho? Resulta que en vez de un blog te has creado una sucursal de Milenio 3. Pues vamos bien...

Me alegro que desfogues escribiendo antes de acostarte, que últimamente vienes muy calentito a chez Polisea.

Un abrazo

El Trovador Errante dijo...

jajaja no hombre! que no te enteras, lo de Paulo Coelho está por llegar... yo te avisaré cuando lo publique, que sé que le tienes gana...