
Lost. Perdidos. Yo había oído hablar de esta serie cuando estaban a punto de terminar la primera temporada pero, la verdad sea dicha, el rollo del grupito que se pierde en una isla desierta no me pareció ni original ni atrayente. Ya saben, lo típico. Una cuadrilla de guapos y guapas flirteando entre palmeras. Otro folletín yanki. Eso pensé yo al principio.
Un querido amigo me dijo que la viera. Que era increíble, que me iba a encantar, que él me la pasaba en cedé, que tal y tal y tal y brasa, brasa, brasa. Al poco, y sin yo pedírselos ni mostrar mucho interés, me dejó los cedés. Yo no les hice ni puto caso y me encontré con él al cabo de una semana:
- Todavía no has visto ningún capitulo ¿verdad?...
- No - dije yo - ¿cómo lo sabes?...
- Porque si lo hubieras hecho estarías tan enganchado que te hubiera faltado tiempo para comentarme algo.
Tampoco le hice mucho caso aquella vez. Por lo general suelo ser reacio a ver aquello que te imponen porque, según creen, te va a gustar o te tiene que gustar por cojones. Total. El caso es que un fin de semana de estos en los que, por avatares del destino, te encuentras en casa, con más tiempo libre de la cuenta, sin tener nada que hacer, fui al ordenador a escribir un correo y, cuando me disponía a hacerlo, me quedé mirando pensativo los cedés de la serie. Igual tiene razón este hijoputa, me dije. Inserté el disco compacto y cuando me quise dar cuenta ya me había tragado los dos primeros capítulos. Y en poco menos de dos semanas la primera temporada.
Mi reflexión, entre el capítulo uno y el veinticuatro fue evolucionando tal que así: Bueno, una serie yanqui más… por lo menos no es de médicos… aunque, la verdad, no está nada mal… no es el rollo Robinsón Crusoe que me esperaba… y mucho menos una pifia a lo Sensación de Vivir en los Mares del Sur… ya no es sólo la supervivencia… hay algo intrigante en la isla (y no me refiero a la típica panda de aborígenes salvajes con tres o cuatro dinosaurios) que genialmente se oculta y se va desvelando para volverse a ocultar en el engranaje de un extraordinario guión que, aunque al principio lo parezca, no deja cabos sueltos.
Independientemente del hilo principal (lucha por la supervivencia, lucha contra lo oculto, y lucha interna de cada personaje) hay dos recodos interesantes, que van aliñando la historia, como son, por un lado, las relaciones que se van fraguando entre los protagonistas, y, por otro, la vida anterior de cada uno de ellos, la cual se va mostrando con la técnica del flashback. Esta trama no se mantendrá por mucho tiempo, pensé… me di cuenta de lo equivocado que estaba cuando al final de la tercera temporada la tensión por la historia y mi devoción por la serie era, como les pasa a algunos con los partidos políticos, incondicional. Nada es lo que parece y nadie es quien dice ser. Si el extraordinario guión y la genial puesta en escena te deja alguna neurona libre es entonces cuando te das cuenta de otro detalle no menos importante… el reparto. Y te das cuenta de que, sin que tampoco haya que nominarlos para la alfombra roja, lo hacen bien los cabrones. Una interpretación mucho más que decente dentro de un guión brillante y originalmente atractivo.
Cada cual, inevitablemente, se va identificando con ciertos personajes: un cirujano que toma las riendas del grupo, un excombatiente irakí, un estafador, una fugitiva (Evangeline Lilly -Kate-, arriba expuesta), un matrimonio coreano, un colega con sobrepeso, una muchacha embarazada, una estrella del rock… y, entre otros muchos no menos interesantes, el misterioso John Locke (mi personaje masculino favorito): un tío calvo que antes del accidente de avión vivía en una silla de ruedas y que, tras estrellarse en la isla, milagrosamente, puede andar. Cada uno añade, muy dignamente, un trozo de su personalidad a la serie. Si no simpatizas con Fulano acabarás simpatizando con Mengano y, por otro lado, lo cual demuestra que los actores hacen bien su trabajo, es posible que, a lo largo de la serie, tus simpatías iniciales vayan cambiando de unos a otros.
Verdaderamente es una droga. No una droga folletinesca a lo culebrón de Coelho. Una serie bastante digna que ha conseguido mantener la intriga inicial (ninguno dábamos un duro por que fueran capaces de hacerlo) a lo largo de tres temporadas sin bajar el nivel y con un elenco de actores que hacen un trabajo más que decente.
Si alguno de ustedes tiene la oportunidad de visualizar los dos primeros capítulos, me atrevería a decir que, casi inevitablemente, acabará perdido. Perdido por la serie o, lo que es peor (como yo), perdido… por ella.
Un querido amigo me dijo que la viera. Que era increíble, que me iba a encantar, que él me la pasaba en cedé, que tal y tal y tal y brasa, brasa, brasa. Al poco, y sin yo pedírselos ni mostrar mucho interés, me dejó los cedés. Yo no les hice ni puto caso y me encontré con él al cabo de una semana:
- Todavía no has visto ningún capitulo ¿verdad?...
- No - dije yo - ¿cómo lo sabes?...
- Porque si lo hubieras hecho estarías tan enganchado que te hubiera faltado tiempo para comentarme algo.
Tampoco le hice mucho caso aquella vez. Por lo general suelo ser reacio a ver aquello que te imponen porque, según creen, te va a gustar o te tiene que gustar por cojones. Total. El caso es que un fin de semana de estos en los que, por avatares del destino, te encuentras en casa, con más tiempo libre de la cuenta, sin tener nada que hacer, fui al ordenador a escribir un correo y, cuando me disponía a hacerlo, me quedé mirando pensativo los cedés de la serie. Igual tiene razón este hijoputa, me dije. Inserté el disco compacto y cuando me quise dar cuenta ya me había tragado los dos primeros capítulos. Y en poco menos de dos semanas la primera temporada.
Mi reflexión, entre el capítulo uno y el veinticuatro fue evolucionando tal que así: Bueno, una serie yanqui más… por lo menos no es de médicos… aunque, la verdad, no está nada mal… no es el rollo Robinsón Crusoe que me esperaba… y mucho menos una pifia a lo Sensación de Vivir en los Mares del Sur… ya no es sólo la supervivencia… hay algo intrigante en la isla (y no me refiero a la típica panda de aborígenes salvajes con tres o cuatro dinosaurios) que genialmente se oculta y se va desvelando para volverse a ocultar en el engranaje de un extraordinario guión que, aunque al principio lo parezca, no deja cabos sueltos.
Independientemente del hilo principal (lucha por la supervivencia, lucha contra lo oculto, y lucha interna de cada personaje) hay dos recodos interesantes, que van aliñando la historia, como son, por un lado, las relaciones que se van fraguando entre los protagonistas, y, por otro, la vida anterior de cada uno de ellos, la cual se va mostrando con la técnica del flashback. Esta trama no se mantendrá por mucho tiempo, pensé… me di cuenta de lo equivocado que estaba cuando al final de la tercera temporada la tensión por la historia y mi devoción por la serie era, como les pasa a algunos con los partidos políticos, incondicional. Nada es lo que parece y nadie es quien dice ser. Si el extraordinario guión y la genial puesta en escena te deja alguna neurona libre es entonces cuando te das cuenta de otro detalle no menos importante… el reparto. Y te das cuenta de que, sin que tampoco haya que nominarlos para la alfombra roja, lo hacen bien los cabrones. Una interpretación mucho más que decente dentro de un guión brillante y originalmente atractivo.
Cada cual, inevitablemente, se va identificando con ciertos personajes: un cirujano que toma las riendas del grupo, un excombatiente irakí, un estafador, una fugitiva (Evangeline Lilly -Kate-, arriba expuesta), un matrimonio coreano, un colega con sobrepeso, una muchacha embarazada, una estrella del rock… y, entre otros muchos no menos interesantes, el misterioso John Locke (mi personaje masculino favorito): un tío calvo que antes del accidente de avión vivía en una silla de ruedas y que, tras estrellarse en la isla, milagrosamente, puede andar. Cada uno añade, muy dignamente, un trozo de su personalidad a la serie. Si no simpatizas con Fulano acabarás simpatizando con Mengano y, por otro lado, lo cual demuestra que los actores hacen bien su trabajo, es posible que, a lo largo de la serie, tus simpatías iniciales vayan cambiando de unos a otros.
Verdaderamente es una droga. No una droga folletinesca a lo culebrón de Coelho. Una serie bastante digna que ha conseguido mantener la intriga inicial (ninguno dábamos un duro por que fueran capaces de hacerlo) a lo largo de tres temporadas sin bajar el nivel y con un elenco de actores que hacen un trabajo más que decente.
Si alguno de ustedes tiene la oportunidad de visualizar los dos primeros capítulos, me atrevería a decir que, casi inevitablemente, acabará perdido. Perdido por la serie o, lo que es peor (como yo), perdido… por ella.
El Trovador Errante